¿Hay un escenario más surreal que llegar a la barra de un negocio, ordenar un café y antes de pagar recibir un mensaje para dejar una propina de 18, 20 o 25%? Claro que sí, aceptar dejarla.
Amada por uno y odiada por otros, la verdad es que la propina puede ser un tema bastante polémico. ¿Por qué generalmente es solo para los meseros si los cocineros trabajan más? O ¿Por qué una ley permite a los restaurantes usarla para depreciar el sueldo del personal de sala? Seguramente cada pregunta tendrá una respuesta diferente según quién la de, así que hoy más bien conozcamos cómo empezó esta práctica.
Las propinas se originaron en la aristocracia inglesa, alrededor del siglo XVIII, cuando sus pertenecientes entregaban pequeñas sumas de dinero como regalo a los sirvientes para agradecer el trabajo extra.
Luego, pasada la guerra civil, los estadounidenses comenzaron a viajar en mayor cantidad a Inglaterra y adoptaron esta práctica para llevarla a su país de origen. A partir de ahí, la costumbre fue abriéndose camino en la sociedad y expandiéndose.
Un estudio elaborado en Estados Unidos arrojó algunos datos interesantes, como el hecho de que suelen darse más y mejores propinas en los países donde las personas son más extrovertidas, o como que mientras más personas de un país visiten Estados Unidos, mayor será su tasa de propinas.
Hoy, a pesar de que mantiene retractores desde sus inicios y ha tenido incluso leyes que la prohibieron en varios estados, todo indica que la propina llegó para quedarse.
Y a ti, ¿cuánto te gusta dejar de propina? 💸